“Sería mejor si estuviera muerta”, se lamenta la anciana a su esposo aún mayor en la sorprendente nueva película Vortex del francés Gaspar Noé , y él no hace ningún esfuerzo por estar en desacuerdo. A pesar de que su título podría haber funcionado bien para una de las películas anteriores del director eternamente obsesionado con la juventud, aquí sirve como un indicador de la vida girando por el desagüe. Esta mirada de cerca a una pareja casada al borde de lo inevitable introduce un nuevo capítulo sorprendente y exigente en la carrera palpitante y extravagante del director, que normalmente se preocupa por el sexo, las drogas y la música.
Estilísticamente hablando, la película de casi dos horas y media, que se proyectó como un «estreno especial en el reciente Festival de Cannes y no en competición», es notable porque los dos personajes principales, una pareja de casados durante mucho tiempo que deambulan por su abarrotado apartamento de París, fueron filmados con cámaras independientes. y presentados simultáneamente uno al lado del otro en la pantalla; todo el tiempo, puede mirar a quien quiera, o ambos aproximadamente al mismo tiempo. A veces se cruzan e intervienen.
Claramente, este no es el Gaspar Noé que conocemos y a veces amamos. Esta vez no narra su tema habitual, la juventud, sino la vejez y la muerte inminente. Como tal, se une a una película notable, y muy, muy diferente, sobre el mismo tema, el audaz e impactante drama en blanco y negro de 2019 del veterano director mexicano Arturo Ripstein, Devil Between the Legs (El diablo entre las piernas), como raros análisis, sin adornos o sentimentalista, acerca de la vejez humana.
Las películas anteriores de Noé son visualmente audaces, incluso agresivas, pero esta toma un rumbo bastante diferente. Las dos figuras principales, una pareja de ancianos casados son interpretadas por el veterano maestro de terror italiano Darío Argento ( El pájaro del plumaje de cristal, Suspiria, Tenebrae , et al.), Que ahora tiene 80 años y se ve muy malhumorado, y la actriz francesa Francoise. Lebrun ( La Madre y la Puta y numerosas películas con Marguerite Duras y Paul Vecchiali), de 77 años.
Físicamente, todo lo que está a la vista en Vortex es viejo, no solo los individuos que la protagonizan sino también el barrio, los edificios, los libros, la máquina de escribir, todos los papeles y demás porquerías de la casa. Argento se mueve mejor que Lebrun, que parece que no ha salido en años y se mueve sin tener ni idea de lo que está pasando.
Por su parte, el hombre tiene la intención de trabajar, de hacer algo, pero más a menudo se queja o busca un libro que no encuentra o habla de algo que se propone hacer. Más que nada, está abrumado por la enorme cantidad de libros que lo rodean en cada rincón del piso, aunque de vez en cuando encuentra alguno que le interesa; ha sido periodista de cine y tiene a mano libros sobre Renoir, Dreyer y Sjostrom.
Como las cámaras separadas siguen a cada uno de ellos en diferentes lados de la pantalla, uno naturalmente tiende a hacer ping pong con la vista de un lado a otro entre los dos. Se mueven lentamente, especialmente Lebrun, y a veces son sedentarios. Cinemáticamente, el concepto refleja algunas de las técnicas de pantalla dividida que Noé ha utilizado en proyectos anteriores, pero aquí la técnica es constante, el efecto muy diferente, por razones muy evidentes.
Está bastante claro que Lebrun ha perdido casi todas sus capacidades; tiene energía para moverse muy lentamente por el apartamento, pero apenas puede hablar con la coherencia suficiente para que la entiendan. Por derecho, debería estar en un centro de vida asistida, pero Argento rechaza egoístamente la idea, sin duda creyendo que todavía es capaz de arreglárselas solo.
Por un tiempo, no está claro si la apuesta de Noé va a dar sus frutos. Uno se acostumbra a mirar los paneles uno al lado del otro, pero, si el publico sabe que va a estar viendo esto durante 2 horas y media, tiene que prepararse psicológicamente para realizar un largo recorrido cinematográfico. Otras personas aparecen de vez en cuando y la película llega brevemente a las calles, pero sigue siendo una experiencia muy claustrofóbica, una en la que tienes que adaptarte a lo que estas mirando, como si fueras en un largo vuelo de avión.
Aún así, el período prolongado de tiempo que pasamos con este matrimonio cercano a la muerte proporciona una visión vigorizante, deprimente, realista y completamente aleccionadora de lo que tus abuelos, padres y, un día, tu mismo, tendrás que enfrentar si vives lo suficiente; otra forma de decirlo es que a lo que Noé nos enfrenta es a una experiencia de vida universal por la que tarde o temprano todos tendremos que pasar, inexorablemente. El publico puede permanecer discutiendo durante algún tiempo sobre si su enfoque de dos cámaras aporta algo más al drama o no, aunque la novedad en el tema que aborda agrega, definitivamente, una capa de interés extra e inusual a la historia que esta contando.
Las imágenes que permanecen más indelebles en la mente son las de Lebrun arrastrando los pies por el piso, claramente sufriendo, sintiéndose completamente impotente para mejorar su situación, sin ser atendida adecuadamente por su esposo. Hay quienes intentan ayudar, pero Argento es un marido egoísta en el fondo.
Ambos actores tienen momentos que de tan dramáticos y realistas alcanzan niveles conmovedoramente excepcionales.
Tienes que ver Vortex y prepararte para el tiempo que dura, se trata de un filme como el que nunca has visto antes.
- Juan Rodriguez Flores
