By/Por Jorge Díaz-Cardiel – ESPECIAL/La Jornada
Qué importa más en política, donde el objetivo es mejorar la res publica? Cuando de personas se trata, la pregunta y la respuesta son multifacéticas. La historia personal, la trayectoria profesional, los logros conseguidos, la ideología política siempre han sido esenciales.
Pero, en cada época –y en sociología los valores evolucionan cada 10-12 años, en Occidente– aparecen nuevos factores que se suman a los anteriores. En 2020, en EE UU, la raza, la ideología, y lo que uno/a representa, son muy importantes. Prueba de ello fue Barack Obama en 2008 y 2012, cuando fue elegido primer presidente afroamericano de Estados Unidos. De familia pobre y desestructurada, Barack es un hombre hecho a sí mismo que, en su discurso de aceptación de noviembre de 2008, dijo que “hoy se hace realidad el sueño americano y damos un paso de gigante en el cumplimiento de una unión más perfecta, como los padres fundadores definen el experimento americano de la democracia”. Se refería Obama a que cuando nació EE UU, aún había esclavitud y pasaron 232 años hasta que un negro pudo ser presidente del primer país de la tierra.
Kamala Harris representa un paso adicional en la dirección que señaló Obama y en el camino iniciado por él. Joe Biden ha elegido a Harris como candidata a vicepresidenta de EE UU en caso de ganar las elecciones presidenciales a Trump en noviembre. Un servidor, ahora con sede en el estado de California –de donde es Kamala Harris– ya lo sabía a pesar de que Biden consideró otras cinco candidatas. Para entender el porqué de su decisión es necesario conocer el contexto. Obama lo explicó muy bien cuando apoyó públicamente la candidatura de quien fuera su vicepresidente: “en estos doce años América ha cambiado. Si yo me presentase hoy como candidato presidencial lo haría con una plataforma más progresista que la mía en 2008 y que es la que representa hoy Joe Biden”.
Para Obama y Bill y Hillary Clinton, Bernie Sanders no era una opción real. Ni siquiera pertenece al partido demócrata, sino que lo utiliza para sus fines políticos y personales. Sanders se autodefinió comunista muchas veces, lo que no ya en América, sino en el partido demócrata levanta sarpullidos. La única opción para unir a las familias del partido demócrata frente a Trump es Biden.
Pero él solo no es suficiente. Necesitaba y necesita a Kamala Harris. Y aquí vuelvo a la pregunta del principio. Y digo: la respuesta no es la obviedad de todo lo que aporta Harris electoralmente: potencialmente, más voto negro, más voto progresista, más voto en uno de los cinco estados clave para ganar estas elecciones (California, Texas, Florida, Nueva York y Míchigan) y, otra simpleza, el voto femenino.
Es lo que están repitiendo los medios de comunicación en EE UU desde hace 24 horas. Aunque todo eso sea cierto, se queda corto y deja fuera lo que de verdad aporta Kamala Harris a Biden, al partido demócrata y a América. Quedarse en lo obvio hubiera sido como quedarse en el hecho de que “Obama es un hombre, negro, guapo y bronceado”, como le describió con su pobreza intelectual Berlusconi, ex primer ministro italiano.
Ya sabemos que Harris es mujer, es negra, que sus padres son foráneos y que es demócrata. Pero, como Obama, es una jurista y legisladora de primera categoría. Su conocimiento de la ley, del ordenamiento jurídico norteamericano y su aplicación exceden en mucho a Biden. Como fiscal general en San Francisco (años 90), fiscal general de California (años 2000) y senadora en 2016, ha “roto techos”, que se dice aquí (glass ceilings, le gustaba decir a Hillary Clinton). Hace 20 años, Harris le dijo a un amigo mío: “George, para mí, no solo es importante ser la primera en todo, sino nunca ser la última”.
Harris es muy inteligente. Es muy ágil de palabra. Es muy culta. Tiene tres objetivos: aplicación de la ley penal, justicia social y justicia racial. En California tienen la vista puesta ya en las elecciones presidenciales de 2024, con Kamala Harris como candidata. Hoy, Harris aporta a Biden mucho más de lo que él le aporta a ella. Todo lo contrario que Sarah Palin a John McCain en 2008.
Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants. Biógrafo de Obama y Trump con “Obama y el liderazgo pragmático” y “Hillary vs Trump”