Por Carlos Fernández Vega, cortesía La Jornada
Ante la falta de oportunidades, precariedad laboral, salarios de hambre y nulo desarrollo social, millones de mexicanos –a veces familias enteras– debieron migrar hacia el norte, expulsados de su tierra por la política de apartheid económico impuesto por el régimen neoliberal, y son tantos los paisanos nacidos aquí o allá, que a estas alturas representan la primera minoría en Estados Unidos.
Con todo, y a pesar de la difícil estancia en territorio estadunidense, los paisanos nunca han dejado de apoyar a su país y con sus remesas –que crecen como la espuma– contribuyen decididamente al fortalecimiento de la economía que los expulsó. Cada año inyectan miles de millones de dólares, que en no pocas ocasiones han superado el ingreso petrolero, lo que da cuenta de la importancia que sus aportes significan para México, con sus familias en primerísimo lugar.
En agosto pasado la suma de remesas de los paisanos superó 5 mil millones de dólares (alrededor de 100 mil millones de pesos), un monto similar al que fiscalmente adeudan cerca de 20 grandes corporativos que operan en territorio mexicano y recurren a todo tipo de trucos legaloides para no pagar.
Días atrás, el presidente López Obrador citó un caso: “me habló el dueño del Grupo Bimbo (propiedad de la siempre pía familia Servitje) que habían vendido una de sus empresas y que iban a pagar sus impuestos, creo que mil o mil 500 millones de pesos. Se la vendió a una empresa extranjera, creo que es donde hacen las paletas de chocolate (Ricolino), y le platicaba que ese dinero era el equivalente a los mil millones destinados este año a caminos en las zonas más pobres de Guerrero, que es La Montaña. Le digo: los mil millones son mil millones para caminos. Entonces, para eso es el presupuesto. Antes, en un ambiente de corrupción y de complicidades se podía decir: ‘¿cómo voy a pagar si se van a robar el dinero en el gobierno?’ Pero ya no, ahora el dinero es para inversión pública, para el bienestar de la gente”.
El punto es que sólo en los primeros ocho meses del presente año los paisanos han enviado alrededor de 38 mil millones de dólares, algo así como 760 mil millones de pesos, los cuales, siguiendo el ejemplo de López Obrador, serían útiles para construir miles y miles de kilómetros de caminos en las zonas más depauperadas del país. En lo que va del presente sexenio, el monto acumulado de remesas suma 167 mil millones de dólares (3 billones 340 mil millones de pesos), y mes tras mes los expulsados de su tierra rompen récord.
La Jornada (Braulio Carbajal) lo publicó así: “los ingresos por remesas que registró México en agosto de 2022 ascendieron a 5 mil 122 millones de dólares, lo que representó un incremento de 7.9 por ciento en comparación con los 4 mil 748 millones de igual mes del año pasado, revelan datos oficiales. En el acumulado del año, de acuerdo con el Banco de México, las divisas recibidas por este concepto fueron 37 mil 933 millones de dólares, el monto más alto para un mismo periodo desde que hay registro, es decir, 1995. Además dicha cifra representa un alza de 15.1 por ciento respecto a los 32 mil 940 millones de dólares de igual periodo de 2021”.
En los detalles, “durante los primeros ocho meses de 2022, 99 por ciento del total de los ingresos por remesas se realizó a través de transferencias electrónicas, las cuales se ubicaron en 37 mil 552 millones de dólares. Por su parte, las remesas efectuadas en efectivo y especie y las money orders representaron 0.7 y 0.3 por ciento del monto total, respectivamente, al ascender a 267 y 115 millones de dólares, en el mismo orden. En los últimos 12 meses (septiembre 2021-agosto 2022), el flujo acumulado de los ingresos por remesas alcanzó 56 mil 579 millones de dólares, mayor al registrado 12 meses atrás (agosto 2020-julio 2021)”.
A su vez, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados revela que en agosto pasado se registraron 13 millones 124 mil 302 operaciones de envío, 6.9 por ciento más a las de un año atrás. La remesa promedio fue de 390 dólares.