Como se ha vuelto habitual, en 2020 las remesas que los migrantes mexicanos en Estados Unidos mandan a sus familias fijaron un nuevo récord, al registrar una cifra sin precedente de 40 mil millones de dólares, 20 por ciento más que en 2019. La tendencia alcista se mantiene: en el primer trimestre de 2021 el incremento fue de 20 por ciento con respecto al mismo periodo del año anterior. Este crecimiento sostenido resulta incluso más sorprendente si se considera que, en el punto más crítico del confinamiento por la pandemia, un millón 997 mil de los 6 millones 772 mil mexicanos que trabajan en ese país perdieron sus empleos.
Uno de los aspectos más significativos de este esfuerzo adicional realizado por los connacionales que laboran al norte del río Bravo es su concentración en las zonas donde su apoyo resulta más urgente. Así queda reflejado en los datos del Banco de México, según los cuales los 10 municipios más pobres de la nación –todos ellos ubicados en Oaxaca y Chiapas– vieron un aumento de hasta 600 por ciento en el monto de las remesas: así ocurrió en Santa María Zaniza, Oaxaca, donde estos recursos pasaron de 30 mil a 210 mil dólares entre 2019 y 2020.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, sin el apoyo de las remesas México habría padecido un aumento de hasta 15 por ciento de la pobreza en los hogares a consecuencia del impacto económico del coronavirus. Para familias como las que habitan en los municipios referidos, ese 15 por ciento de empeoramiento significa nada menos que de una línea de vida o muerte, ya que en dichas comunidades 95 por ciento de la población vive con menos de 1.9 dólares diarios, un nivel que ya representa pobreza extrema. En este contexto, incluso los exiguos (en comparación con el monto total de las remesas) 2 millones de dólares que han llegado a los municipios de mayor marginación, llevaron un alivio inestimable a miles de personas.
La solidaridad de los mexicanos que debieron dejar atrás sus lugares de origen para buscar en Estados Unidos su sustento y el de los suyos contrasta con la mezquindad y el egoísmo con que manejan sus fortunas los mexicanos más ricos: apenas el mes pasado, este diario informó que los connacionales se convirtieron en los cuatro mayores compradores de bienes inmuebles en la región del sur de Florida, donde invirtieron 420 millones de dólares en sólo un año; asimismo, se ha dado cuenta de que entre diciembre de 2019 y noviembre de 2020, ciudadanos y empresas mexicanas depositaron 21 mil 740 millones de dólares en bancos estadunidenses.
Así, mientras millones de trabajadores que residen en Estados Unidos se esfuerzan todos los días para apoyar a sus seres queridos en México, un puñado de millonarios que tiene en sus manos los capitales para detonar el crecimiento en el país, prefiere especular en el mercado inmobiliario o mantener su dinero en bóvedas, una asimetría que mueve a reflexionar en torno a la profunda injusticia e irracionalidad del modelo económico vigente.
Carmen Lira/La Jornada